#Encampaña, Violencia de Género

Entre los lugares comunes de la troika, el déficit, los buenos, los malos, los mejores, los peores, el paro juvenil desde la perspectiva del asalariado que ya está más próximo a una cómoda jubilación que al acné etc ayer sólo me llamó la atención, como a todos, que imagino que por eso fue noticia y eso también debería darnos qué pensar, las declaraciones de la candidata del PSOE a las europeas Elena Valenciano en las que hacía público que no era atea y que en su particular altar estaban al mismo nivel Cristo, Felipe (González) y El Che. ¡Que si lo sé le dejo mi falda!

Como lo nuestro siempre es matar al mensajero pero a mí, a veces, me puede el corporativismo, diré que no es culpa del periodista o del medio poner el foco en tal «anecdótica» o «descontextualizada» afirmación y no en alguna de las frases del «argumentario». Y lo digo así, lanzándome a la piscina, porque de argumentarios aún sé un poco, de su falta de credibilidad por ser consigna y no mensaje y de su falta de noticiabilidad por su falta de realismo; paradójicamente, les llamamos argumentarios cuando casi nunca vienen acompañados realmente de sólidos argumentos, de ahí que yo me refiera a ellos como «lugares comunes», cuando bien sé que el déficit es un problema y sobre el paro… el juvenil y el adulto… pues qué queréis que os diga. El caso es que en su boca, por mucho que Elena se ponga informal con coleta y Arias Cañete se coma un yogurt caducado no me lo creo.

Entre todos estos lugares o espacios, decía, ayer se quedó fuera Nigeria, o lo que en mi particular agenda de campaña podríamos llamar… no sé: ¿Derechos humanos?, ¿Política internacional?, ¿Violencia de género?. Yo opto porque el conflicto tenga «nombre y apellidos» porque la violencia suele ser un tema transversal que no se reduce al último escalón de la pirámide, el del secuestro y venta para esclavas sexuales en el caso del país africano, o el de la hostia o puñalada con resultado de muerte en el caso, por ejemplo, de España.

Voy a obviar hacer recuento y enlazar alguno de esos reportajes en los que nos hablan de estadísticas, de cuántas mujeres han muerto ya a manos de sus parejas o ex parejas en nuestro País, y voy a huír también de la tan manida frase de «Otro caso de» o «La Violencia de Género se cobra otra vida» porque ayer, por fin, sí le saqué provecho a mi seminario de Periodismo Social y las chicas de Pícara nos hicieron reflexionar y mucho sobre este enfoque tan errado que lo único que hace es «narcotizarnos» sobre el problema y pasar por alto de dónde proviene y, por tanto, por dónde empezar para atajarlo.

Antes incluso de la clase, me hizo reflexionar también, el día de autos, el día de la víctima más reciente, un tuit que tampoco daba el dato, ni la cifra pero que a buenos entendedores… decía así: «La escalofriante realidad de la violencia machista debería hacer reflexionar a tanto neodeterminista económico. Las clases no lo explican todo». Ah, por cierto, el tuit era de un tío.

Se produjo esta última muerte en Madrid justo en un contexto en el que un cura de Jaén declaraba que antes un hombre pegaba a su mujer pero no la mataba porque había una moral y unos principios cristianos. Las declaraciones se hicieron virales, pero en la red pues he encontrado periódicos donde figuraban en la sección de Tendencias/Esquelas y en los que sí se les daba más bola estoy segura de que finalmente quedó como mera anécdota. De hecho, ya no tuvo el mismo impacto el perdón del sacerdote días después, eso que era perdón sin arrepentimiento: «Lo pido pero no tendría por qué hacerlo»; que vaya, yo hace que no practico pero hasta donde recuerdo sin arrepentirte de tus pecados no te daban la absolución y aún así… nadie te libraba de la penitencia a base de Padrenuestros.

Pues las hostias empiezan por ahí, mucho antes de la estocada fatal, empiezan por lo «sutil» , lo «invisible» o lo «simbólico» y, a partir de ahí, si no te pones las gafas es cuando van in crescendo.

Y no, no hace falta que las gafas sean violetas, solo hace falta que no te nublen la vista y en estos tiempos os garantizo que tenéis dónde elegir, de distintos tamaños, colores, precios y diseños. El caso es usarlas y, si hace falta, graduarlas.

 

 

 

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