Ventajas de una madre muerta

Inem, interior día

B-61 Mesa 20

-Buenos días, vengo a entregar la documentación para solicitar el Prepara

-Ya, bueno, lo siento, el formulario que te dio mi compañera el otro día ya no te vale para nada porque acaba de salir la nueva convocatoria. Ahora te imprimo otro.

-Vale, no pasa nada (resignada)

-Aquí tienes, te lo pongo un poco más difícil, porque la letra es más pequeña

Simulo una mueca lo más parecida a una sonrisa que no denote “me tenéis hasta los huevos”

-A ver a ver a ver… ¡¿Qué es todo esto?!

Escucho mientras cubro el nuevo formulario. Alzo la vista y toda la información que me habían requerido, escrupulosamente recopilada y ordenada por mí, está esparcida encima de la mesa. Me fijo en la parte que tanto ha llamado la atención y respondo:

-El contrato de alquiler y los recibos conforme vivo aquí, porque sigo empadronada en mi lugar de nacimiento

-A ver, a ver, a ver, mira una cosa, bonita –yo dejo de escribir y le atiendo, algo cargada ya de su buenrollismo o su muy particular forma de empatía o flirteo a mí todo esto no me vale de nada. Ya me puedes traer todos los recibos que quieras que yo lo que tengo que demostrar es que no vives con tus ascendentes, ¿y cómo lo hago, si además sigues empadronada en su casa? ¿qué tengo que fiarme de tu palabra?

Lo hago, no lo hago, lo hago, no lo hago… Lo hago. Inspira, expira, clava tu mirada y suelta la mejor de tus estocadas, resulta, fría y macabra.

-No, sólo tienes que seguir mirando el resto de la documentación y comprobarás, con el acta de defunción, que mi madre está muerta. En el acta pone viuda, por eso no me pareció necesario traer también la de mi padre, que está mucho más muerto todavía, pero vamos, que si tú lo consideras, yo te la traigo sin ningún problema en otro momentito.

cementerio

No hizo falta, tampoco pidió disculpas porque se atragantó con la saliva de su propia metedura de pata. El resto de la tramitación no fue in crescendo, puse el listón muy alto, pero tampoco mejoró lo suficiente como para no salir de allí absolutamente derrotada.

Observo un cartel en la puerta, antes de abandonar la oficina, y leo: «Aquí hay futuro», finjo otra mueca y me pregunto si aún quedará algo en Zara a 7,95. 

 

 

 

 

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