Homeless Chic

Glorieta de Bilbao (Madrid, #truestory):

Captador de ONG: Hola, ¿podrías colaborar con nosotros en este programa de alimentos para África?

Anne: No, lo siento, en estos momentos no puedo

Captador: Pero venga, mujer, que es muy poco al mes, una ayudita

Anne: Ya, ya lo sé, pero es que ahora mismo estoy en el paro y no puedo, además ya colaboro como voluntaria con otra organización

Captador: Pero si son sólo 30 eurillos, ¿sabes con esos 30 eurillos la de niños desnutridos que podrías salvar?

Anneclaro que lo sé, y me gustaría, de verdad, donar esos 30 euros y hacer mucho más pero ahora no puedo

Captador: Mira tía, tú misma con tu conciencia pero tú no tienes pinta de parada

indigente icono de la modaChneg Guorong

La verdad es que nunca hasta ese día me había planteado cómo debe vestir un parado. Nunca había oído hablar, tampoco, del Homeless Chic, como mucho del grunge, y que hasta la prensa seria se hiciera eco de una colección de tal nombre también es algo nuevo para mí -ahora entiendo por qué Vivianne Westwood nunca ha entrado en mi olimpo de preferencias-. Claro que hace casi 13 años que mi situación laboral no era la de desempleada, porque lleva razón el lenguaje, paro y desempleo no son siempre sinónimos, no deben de serlo de hecho, aunque sólo sea por una cuestión de salud y supervivencia mental.

Ahora bien, la polisemia no justifica la asimilación entre paro e indigencia; algunas políticas, muchas declaraciones y una cuestionable filantropía hacen lo posible por inocular en nuestro bulbo raquídeo este supuesto, como algo ya intrínseco a nuestro ADN de cheerleaders del Inem. Ya lo han hecho antes con eso de que vivimos por encima de nuestras posibilidades y ya sabéis que una cosa lleva a la otra; la crisis y la lluvia, por tanto, son una especie de castigo divino y así debemos asumirlo.

vivi5Vivianne Westwood (2010-2011)

¿Pero es la moda la penitencia?. Desconfío de ese dios que castiga, cuando los que tenemos cierta tradición judeo-cristiana, o sea, casi todos, sabemos que Dios es amor, la biblia lo dice, pero ¿una crisis de fe sobre las tendencias? eso no sé si podré superarlo.

Lo mío siempre ha sido mucho más el boho que el grunge -y así seguirá siendo mientras mi fondo de armario y la imaginación me lo permitan-, lo parisino que lo british, el asfalto que los garajes y comer a la plancha que comer frito, que ya sabéis mi fijación con la salubridad del pelo. No me parece del todo mal la irrupción de la calle en las pasarelas, aunque seas chino, es decir, bajito. Creo que incluso podría ser una bonita historia, algo así como la Rebelión de las Hunter pero en versión It girls & boys.

Cuando ya casi no quedan colores para las mareas manifestantes y cuando hasta las olas se clasifican por tallas (XL, XLL, M…) no sólo me parece admisible sino incluso deseable que un ejército de Chneg Guorong se reivindique como Haute Couture bajo el grito de guerra de «estamos en paro, no de saldo». Sólo así es como concibo que el grunge pueda estar de vuelta.

Obvio el nombre de la ONG porque muchas de ellas, al externalizar la contratación de sus captadores, desconoce buena parte de las estrategias y malas prácticas que se están siguiendo en su nombre.

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